Había una vez un pájaro que parecía triste, temeroso y con un sentimiento de añoranza, podría decirse que fácilmente tangible. El pájaro le decía a la jaula: -No es que no quiera recordarte, no es que no quiera verte, sólo quiero quedarme con eso… con el tiempo que estuvimos juntos y sí… fue hermoso, éramos tu y yo pero eso ya terminó y está bien así, me duele y no es un dolor de esos que matan, es un dolor tenue, un dolor como cuando me rasguñaba con mis propias patitas, acuérdate que no llegué a sangrar, por eso decidí comprarme unos zapatitos para ya no rasguñarme más. Sé que no es fácil le dice la jaula al pájaro, pero aquí todo es tuyo, puedes irte pero no sé porque te cuelas extrañamente… Ahora sé que el amanecer es más lindo que nunca.
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