19 de marzo de 2012


Cuando era pequeña unas voces celestiales en mi cabeza me cuestionaban y aconsejaban… ¿Alguna vez has soñado con tener alas? ¿Alguna vez has soñado con volar? Atravesar las nubes, la sensación del aire golpeando tu rostro y dibujando sonrisas, el corazón palpitando a mil por hora y alejarte de todo lo sólido, del suelo frío, firme e incomodo para caminar sobre algo insustancial.

¿Te gustaría sentirte viva por primera vez? Siempre ha sido ese tu deseo desde que eras niña, sólo tienes que desearlo con todo el corazón para poder realizarlo.

Lo que las voces celestiales no sabían era que ella había sido hechizada, con la maldición de convertirse en un árbol firme, el tiempo hizo de las suyas… crecían sus raíces aferrándose a la tierra.

Ella lloraba día y noche, suplicando a ese alguien o algo que retiraran el hechizo; hasta que un día sus suplicas fueron escuchadas, llegaron dos pájaros a postrarse en sus ramas, los pájaros le inspiraban paz, serenidad y mucho amor.

-¿Por qué están aquí? preguntó ella…
-Somos tus pájaros que aconsejan ¿te has olvidado de nosotras? Acuérdate de esas voces celestiales. ¿Y sabes por qué estamos aquí? Porque desde el primer día que te conocimos supimos que podías volar, volar como lo hacemos nosotras, supimos que contigo, postradas sobre tus ramas, uniendo nuestros ojos a tu cabello podíamos elevarte a lo más alto y atravesar las nubes, reírnos colgadas de las estrellas.

Queríamos un cielo sin estrellas para que tu las dibujaras con tu sonrisa, queremos trescientas sesenta y cinco días al año contigo… Sí, sólo contigo.

Ella con una gran sonrisa recordó algo… Hablando con la luna hicimos un trato, si colgaba sonrisas en las comisuras de sus labios mandaría a alguien para hacerme volar y ser feliz, ha cumplido su trato, están aquí ustedes!!!

Los pájaros tenía un mensaje para ella: A las 10 te espero en el sueño de siempre, te llevaré volando a nuestro rincón imaginario y pasaremos el día soplando dientes de león.

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